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Obligado por la economía, los compromisos familiares y el cansancio acumulado, pasé la última temporada de descanso en casa, en mi pequeña ciudad a mil seiscientos metros sobre el nivel del mar, coronados el día de hoy, vísperas de mi regreso al trabajo de oficina, con un grado centígrado bajo cero y una tubería rota por el hielo que expande su propio volumen en esa magia líquida que recorre las entrañas de las calles.

Este es el resumen de lo que hice y lo que dejé de hacer durante dieciocho magníficos días de molicie y abandono, pegado a las pantallas de la tv y la computadora.

1. Blade Runner.

No comprendo del todo la película, debo admitirlo. Pero la dirección de Ridley Scott, la morosidad de los planos y las secuencias, la absoluta lentitud, la soledad y frío de las calles, la señorita Rachel y su mirada tristísima, todo eso y todo lo que falta por mencionar, la han convertido en una extraña película predilecta entre mi pequeña colección. Mi perplejidad aumentó cuando me enteré de la gran cantidad de versiones de esta película. Las últimas líneas de Roy Batty son memorables. Me llama la atención de forma particular que las escenas más poéticas estén a cargo de los replicantes y no de los humanos, y que de hecho el elenco sea mas bien mínimo.

2. El Cantar de los Nibelungos.

Es una breve obra caballeresca de la antigua Alemania. Redescubierta por la crítica en el romanticismo del siglo diecinueve, narra la historia del héroe Sigfrid y la tragedia de su amor por Kriemhild. Abandoné la lectura un par de semanas antes de salir de vacaciones, y es fecha que se mantiene dentro de un cajón, en espera de una mayor disponibilidad para sus frases reiterativas y su visión pagana de un mundo ya inexistente.

3. Entourage.

Producida por Mark Walhberg y protagonizada por Adrian Grenier (Vincent «Vince» Chase), Jeremy Piven (Ari Gold), Kevin Connolly (Eric «E» Murphy), Jerry Ferrara (Turtle) y Kevin Dillon (Johnny «Drama» Chase)., esta serie presenta la vida de un joven actor en ascenso, Vince, que pasa la vida con sus tres amigos, parásitos de una fama ajena y anhelada, el despilfarro de dinero volátil y poco valorado, mujeres hermosas pues no puede ser de otra manera, y en fin, unos diálogos excelentes por lo poco ambiciosos y sin interés por la eternidad. Una serie muy masculina.

4. Oblivion

Es un videojuego lanzado hace un par de años por la compañía Bethesda Softworks y galardonado por la llamada crítica especializada. Básicamente es un Role Playing Game, con una narración bien estructurada, unos gráficos cumplidores y unas misiones de juego alternas a la historia principal que aseguran cientos de horas de búsquedas y peleas en un ambiente medieval. En lo personal, pasé más de cincuenta horas de juego sólo en cumplir las misiones principales y algunas alternas, pero lo he dejado por la paz. Me esperan Half Life 2 y Gothic 3.

5. Moby Dick

Por motivos de trabajo, he estado viajando los últimos dos meses a una pequeña población a mitad del desierto, a cuatro horas y media de distancia de casa. Las noches de hotel las paso mirando series de tv y leyendo esta novela de Herman Melville. Las vacaciones me dejaron en casa, así que he abandonado la lectura de este libro de viaje. Me he quedado a la mitad, donde el capitán Ahab da rienda suelta a su locura y la tripulación se contagia de esa cacería mítica de la ballena blanca.

6. Avatar & Sherlock Holmes.

No me sorprendió la última cinta de James Cameron. Los efectos visuales son grandiosos, claro, pero en esta época es raro ver una cinta sin esos efectos: Terminator Salvation los tuvo, por ejemplo, y me fascinaron. Pero esta cinta peca de ser una versión más digital de Danza con LobosPocahontas, y demás cintas que recorren ese sentimiento de culpabilidad por las culturas perdidas en nuestro afán civilizador.

Sherlock Holmes, por su parte, goza de una estética más exquisita y de  una dirección más cuidada. No cae en excesos ni se obsesiona por un solo tema o personaje. Tiene la peculiaridad, eso sí, de retratar un siglo XIX como lo han hecho en Hollywood de forma reiterada: una sociedad mecanizada y positivista transportada en carruajes y barcos de vapor. Pero se disfruta bastante, hay que decirlo.

7. There Will Be Blood

Admiro, como de costumbre, la actuación de Daniel Day-Lewis (¿es bueno o sólo sobrevalorado?). Aprecio la lograda rivalidad entre Daniel Plainview (el magnate petrolero hecho a sí mismo) y Eli Sunday (el joven, ligeramente loco y carismático pastor protestante). Me complazco en esta película sencilla y profunda. Cada vez disfuto más la ausencia de diálogos innecesarios y de largos planos que se deleitan con el último sol.