Etiquetas
Al final, mientras los jugadores lloraban y el público gritaba en el estadio, en la calle, en la intimidad de su hogar, descubrí que aún teníamos el otro mundo, un lugar en que los libros de Herman Melville descansan plácidamente, con total paciencia, en nuestra mesita de noche.
Es hora de leer y escribir.
Menos mal que a los libros no les gusta el fútbol. De haber sido así Melville se habría quedado solo en casa, llorando también en la mesita de noche.
Tienes razón, ya va siendo hora de leer y escribir.
Que así sea.