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1. Recién terminé la colección de relatos de Anton Chejov. Hay mucho que decir sobre esta apasionante lectura, sobre las pinceladas magistrales del autor ruso, sobre su dolorosa, íntima, hermosa y memorable prosa. Pero necesito el libro a la mano para extraer ejemplos de lo que me ha causado tanta dicha y asombro por un escritor que yo consideraba menor. Oh, mother. Forgive me!

2. Sigo en mi temporada cinéfila. Bram Stoker´s Dracula, de Coppola es sencillamente una obra maestra. Los decorados son increíbles por lo altamente efectivos y nada pretenciosos. Las actuaciones son cumplidoras, el erotismo es desbordante, la narración es de una pulcritud que asombra. Parecería que hoy sólo tengo adjetivos benévolos.

3. Ghost in the shell. La ví en tres partes, ocupado como estaba en otros intereses. Es una película con pocos personajes y una trama simple: una pareja de policías busca a un criminal. Pero lo que parece superficial, es en realidad una cinta extrañamente filosófica, nihilista, solipsista, etc. Y aquí va: estamos en el futuro, los policías son cyborgs, con cerebro humano en una carcasa robótica. Los propios personajes ya no saben si siguen siendo humanos, o si alguna vez lo fueron. El criminal al que buscan es en realidad un programa de computadora, un ente de inteligencia artificial en un cuerpo también creado por el hombre. Pero es un ser que ha cobrado consciencia de sí mismo y que busca permanecer.

4. Gran Torino. Me gustan las películas de Clint Eastwood. Estoy por ver A perfect world, me gustó bastante la melodramática Million Dollar Baby, me cautivó Unforgiven. Pero Gran Torino me parece floja. El tiempo lo dirá, pero apuesto a que no le irá bien con los años a esta historia repetitiva. Pero tiene buenos momentos, eso sí.

5. También vi First Blood, la primera aventura de John Rambo que convirtiera a Silvester Stallone en un producto de consumo rápido. Es una buena película, aunque haya tardado tanto en darme cuenta. No es arte, no, pero divierte de buena manera. Lo que me causa decepcion es el final. Después de haber escapado de una cueva infestada de ratas, perseguido y acorralado por la sociedad en la que ya no encontraba cabida, el personaje solo tenía ante sí la locura, el heroísmo o alguna otra forma de redención. Pero esa escena en que se derrumba y lloriquea, su incomprensible ataque a un poblado en que sólo los policías lo detestaban, y su final entrega a esos mismo policías es algo que me dejó con un mal sabor de boca. Por dios, Rambo, un poco de dignidad.

Amenaza: haré entregas individuales de cada una de estas obras.