• Con olor a pasto
  • Vindicación de la Burocracia

Atanor

~ Blog de notas

Archivos de autor: Edgar Valdés

La velocidad, la piel

30 lunes Ene 2017

Posted by Edgar Valdés in Literatura

≈ 1 comentario

Quieren dejar todo el dolor a los otros.
A los pobres, a los ancianos, a los marginados.
Ellos son jóvenes en autos relucientes,
en esas calles de curvas que ni siquiera son necesarias.
La velocidad les acucia en las sienes,
van escapando de la pesadilla que les muestra
la imagen que negaron a Siddartha.

En la velocidad la verdad se desdibuja
Solo queda su propia juventud,
sus brazos fuertes en un volante tapizado de cuero
La máquina vibra,
y en esa vibración está el sexo que una mujer no puede darles,
porque las adolescentes son tan delgadas
que chocan caderas contra hueso.

La voz recargada de pastillas ríe desaforada
y  asusta a los pobres niños que se han colgado de oro y plata:
artefactos de silicio más caros que una semana.

Se quedan inconscientes sin saber de los muelles que arden,
ni saben de fronteras que acribillan a los niños que pasan

En sus sueños se revuelven los toros,
sin sangre y a pesar de ello repletos de sangre.
Sus puños, ojos cerrados aún sienten el temblor
del auto cuando acelera
y las curvas hacen que bajo sus pies rechinen las ruedas y el cromo.

Una línea entre dos parques

30 lunes Ene 2017

Posted by Edgar Valdés in Literatura

≈ Deja un comentario

Hay viejos en las bancas del parque.
Viejos que alguna vez fueron tan jóvenes
que les estaba permitido el parque de enfrente,
donde las niñas corren y las madres adolescentes se alisan el pelo.
Pero ya no más.

Sólo hay un parque para los viejos y las palomas.
Una línea invisible les cierra el paso,
la ceguera de la edad es tan grande que la luz les duele en los ojos.

De este lado solo hay un parque, solo hay una acera.
Enfrente no sabes que tienes edad, y que ya te esperan
en la banca que solo pueden ocupar los viejos.

Cuatro golpes

04 miércoles Ene 2017

Posted by Edgar Valdés in Literatura

≈ Deja un comentario

Cuatro golpes bastaron para que Vulkor comprendiera que debía abandonar la ciudad. Dos de ellos le fueron dados por el mismo hombre, en dos ocasiones diferentes. Otro más fue accidental, pero no menos duro. El último, definitivo, le dejó una cicatriz que más tarde ocultó bajo la melena crecida y una barba descuidada. Este es el relato del golpe accidental, así como me fue contado por el propio Vulkor, aunque los videos que más tarde pude revisar le dieron una vuelta al asunto.

Cicatriz y memoria

02 lunes Ene 2017

Posted by Edgar Valdés in Literatura

≈ 2 comentarios

Quizá sea demasiado seguir las ideas platónicas. Pensar en objetos puros, en ideas inmaculadas que viven en el plano perfecto donde no existen las fisuras ni las manchas. El pulso oriental que recorre occidente roba algunas frases maltrechas, desgastadas, y nos pueden hacer creer que hay felicidad en la cicatriz, como una especie de memoria que se escribe en la piel de los objetos (que debería ser inmaculada). Un doblez, una rotura, una ausencia pueden (sí) contar muchas cosas, pero también están narrando la pérdida de un elemento, la invencible muerte, el dolor y la nada.

Demasiado ruido

21 miércoles Dic 2016

Posted by Edgar Valdés in Literatura

≈ Deja un comentario

Cuando se abre el ascensor ya no hay nada más. Cielo negro y aire frío. Se puede brincar al piso inferior, arriesgando todo. O se puede contemplar la oscuridad al final, allá abajo. La puerta adelante del ascensor permanece abierta apenas 5 minutos, brillando ligeramente en los bordes. Sería imposible saber que es real, pero hay un frío que la rodea. Hay que cerrar los ojos y dejarse llevar. Si has llegado tan lejos ya habrás firmado el testamento, la liberación de responsabilidad, habrás repartido tus libros. Algunos están seguros que detrás de la puerta hay un nuevo comienzo. Para otros no hay nada más, y ahí está su esperanza.

Libros cerrados, con celofán y cintas de colores

20 martes Dic 2016

Posted by Edgar Valdés in Literatura

≈ Deja un comentario

Un libro no abierto, una promesa de lectura.

Encontrar un libro entre sus pares, un ejemplar generalmente voluminoso, de presencia sólida, de páginas limpias.

La tipografía debe ser ejemplar. El espacio entre los párrafos, el vacío de los márgenes, la pulcritud de un dibujo formado por sus glifos.

Sin ilustraciones, por favor. Sin la fotografía del autor, sin ex-libris que presuman una genealogía de mercado.

La portada en colores sobrios, apagados. Una pintura al óleo, un dibujo al carboncillo y nada más.

Un inicio que arrebate, una zambullida con zapatos puestos. Un largo recorrido que canse y obligue a la pausa que no llega. Un final que colme de melancolía todos los miércoles del año. Los días que ya fueron, el porvenir.

Un libro de poemas

19 lunes Dic 2016

Posted by Edgar Valdés in Literatura

≈ Deja un comentario

Un libro de poemas sobre el tiempo que se agota.

Un libro de poemas sobre la ciudad y sus rincones, sus horas muertas.

Un libro de poemas sobre los cómics desparramados encima de los párpados.

Un libro de poemas sobre un dibujo interminable, que lo abarca todo.

Un libro de poemas sobre otro libro que no podrás leer, jamás.

Un libro de poemas sobre aquello que recuerdas de forma repentina antes de morir.

Un libro de poemas sobre el recuerdo de un sueño, algo que aferras en la primera vigilia, pronto arrancado de tu corazón por el ruido de los autos que pasan.

Un libro de poemas sobre los pronósticos del futuro, escritos hace siete décadas.

Un libro de poemas sobre los trabajadores de grandes almacenes, repartidores just-in-time, pizzas saliendo del horno directo a las manos de los clientes.

Un libro de poemas sobre los lápices caídos en las alcantarillas sin haber sido utilizados.

Un libro de poemas sobre antiguas revistas de moda que envejecen el rostro de sus modelos frágiles, adolescentes. Los dobleces y las grietas del papel como un espejo lejano de su piel actual.

Los cangrejos caminan sobre la isla

01 lunes Jun 2015

Posted by Edgar Valdés in Literatura

≈ Deja un comentario

El terror a la tecnología, a la procreación y a la muerte.

Anatoly Dneprov escribió un relato basado en un experimento fallido que involucra militares, islas desiertas, reproducción en masa de artefactos semi-conscientes. Poco más de veinte páginas y un par de personajes. Tres, si contamos a los autómatas, que forman en realidad una sola conciencia. Después del experimento del Dr. Frankenstain y del Dr. Jekyll, ¿qué nos podemos esperar?

La ciencia ficción está plagada de este fuera-de-control, de autómatas (o sus creadores) que olvidan las tres leyes de la robótica, de espirales de la muerte. Un científico cuyo genio no percibe las obvias, inevitables consecuencias.

Pero, uno se pregunta, ¿y si el experimento fuera un éxito?

Nunca hay sol en los libros que recuerdo

28 lunes Jul 2014

Posted by Edgar Valdés in Literatura

≈ 3 comentarios

Es un mal cuento haber crecido leyendo sobre las estepas rusas, sobre los largos inviernos que se extienden como un manto impoluto, y ver a tu alrededor el desierto que va rondando como una hiena la región donde habitas. El sol se levanta temprano. Límpido, redondo y puro. Es calor y es luz, es el renacimiento del mundo y una hoguera. Las ventanas de delgadas cortinas se encienden, los colores se avivan y parece que resurge el poder de un dios antiguo. La noche, con su oscuridad y su aire tímido se han olvidado. Quizá todo fue un sueño, la imaginación de un duende bajo una gruta profunda. En el mundo real no hay más que luz, un viento ardiente y un solitario árbol abajo, al final de la calle.

Escribo en el sótano de una oficina, con un rayo de sol cayendo sobre el piso. El clima artificial del lugar, con su aire frío y seco, me provocan un súbito cambio de aliento al entrar, tras haber caminado cincuenta metros hasta la tienda más cercana. A mi lado, tengo una botella de agua saborizada, también fría. Afuera, más de 30 grados centígrados, un sol atroz que aplasta a los hombres, las sombras deben ser los residuos que vamos dejando, una materia secundaria que gotea de los cuerpos sólidos por tanta luz.

 

 

Atanor, un blog, un proyecto

15 lunes Oct 2012

Posted by Edgar Valdés in Literatura

≈ 2 comentarios

La escritura es un juego malvado que toma a dos sujetos desprevenidos, por más que intenten fingir lo contrario.

Por una parte, tenemos a quien juega a ser escritor, un tipo con vocación de diccionario, de abuelo parlanchín que espera que sus nietos aguarden un minuto quietos para asombrarlos con cantos de dragones. Pero la literatura sucede cuando el sujeto toma una ducha, o está en el mercado comprando vegetales. Algo se rompe, como una presa inacabada que ve llegar los días de tormenta, y entonces el escritor no encuentra a mano una hoja de papel donde volcar sus amados demonios.

El lector es una especie aún más incomprendida, alguien a quien le llega la literatura, la de verdad, a mitad de un recorrido en autobús, cuando una frase rota escuchada al pasar lo sorprende, o cuando un compañero de asiento abre un libro y uno tiene que llegar a su destino sin haber adivinado el nombre del autor o del volumen que hipnotiza a este hombre que pasa las hojas con una lentitud que asombraría al mismísmo Cronos.

Hace algunos años intentamos un experimento que no por repetido nos estaba vedado: abrir un blog. El objetivo, como suele serlo en los hombres que aman las letras, era al mismo tiempo sencillo y grandioso. Queríamos una voz que se multiplicara en este espacio virtual, queríamos la ubicuidad que proporcionan estas máquinas que hemos creado para el horror, el amor y el asombro. Queríamos escribir y escribirnos, una especie de correspondencia pausada, con personajes irreales. Pero ante todo, buscábamos entonces y ahora, lo que ya habíamos realizado en los primeros años: una mesa compartida entre amigos, donde poder leernos mutuamente aquellos párrafos maravillosos que hemos buscado desde el primer día.

¿Que hemos logrado? ¿Es Atanor una fragua ruidosa donde los dioses caprichosos construyen poesía a través de nuestras manos? ¿O es una humilde bitácora donde dos amigos escriben para deleite y sopor de sus atribulados lectores? Más lejos de lo primero, creo yo, no podríamos estar, pero confío en que existe alguna frase dichosa que fue gozo para quien pasó por ella. El resto es un experimento feliz y me doy por servido.

← Entradas anteriores

Alquimista & Errante

Edgar Sandoval Gutiérrez

Alquimista & Nihilista

Edgar Valdés

Archivos

Ingresar

  • Registro
  • Acceder
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.com

Blog de WordPress.com.

Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí: Política de cookies
  • Seguir Siguiendo
    • Atanor
    • Únete a 82 seguidores más
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Accede ahora.
    • Atanor
    • Personalizar
    • Seguir Siguiendo
    • Regístrate
    • Acceder
    • Denunciar este contenido
    • Ver sitio web en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra