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Atanor

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Publicaciones de la categoría: Anécdotas

La vocación de los libros

21 miércoles Jul 2010

Posted by Edgar Valdés in Anécdotas, Literatura

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libros

Los libros tienen una vocación de polvo, para decirlo desde la primera línea. Son víctimas de la humedad lo mismo que del fuego. Hay ejemplares que han desafiado los siglos, pero deben seguir la dieta de Lenin si se busca preservarlos por siempre.

Ahora mismo, tengo junto a mí dos volúmenes, Moby Dick, de Melville, y las Instrucciones de Ibargüengoitia. El segundo es reluciente, pero es fácil adivinar que sus páginas pronto serán amarillas y su lomo se romperá tarde o temprano (es un libro sin costuras, sólo pegamento). El ejemplar de Melville ya vió sus mejores años. Ahora tiene las pastas carcomidas, y la humedad ha dejado su rastro en las últimas hojas. Así fue como lo adquirí el último año, en un puesto callejero de libros usados.

En alcance al oficio (edición beta)

27 martes Abr 2010

Posted by Edgar Sandoval Gutiérrez in Anécdotas, Literatura

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burocracia, oficio

La versión actualizada de este cuento la puedes leer aquí

Foto: Jan Banning

-¡Todas las semanas deberían empezar así!- piensa Jose Antonio. Lo mejor que pudo haberle pasado es haber entrado a realizar su Servicio Social a la Dirección General de Asuntos Intrascendentes. Al ser su tío un amigo cercano del Lic. José Luis Sanchez Solá, Director General, Toño es ahora su asistente.

No obstante, ese no es el principal motivo de alegría del muchacho. Lo es el hecho de compartir oficina con Paty, secretaría del Lic. Sanchez, de 28 años, soltera y poseedora de un par de piernas que cualquier representante de futbol estaría promocionando sin cobrar honorarios.

Particularmente hoy, Paty ha elegido para su atuendo un pantalón que glorifica sus virtudes. Jose Antonio no puede hacer otra cosa que celebrar el hecho con firmeza. Sobre todo al sur de su cinturón hay regocijo.

Paty además goza de una voz sensual y dulce. Aun cuando le pide a Jose Antonio que le preste un lápiz, el muchacho experimenta tormentas en su cuerpo. Hoy la mujer ha estado platicando toda la mañana sentada en el escritorio de Toño. El perfume que su cuerpo desprende tiene al muchacho totalmente hipnotizado. La rigidez entre sus piernas comienza a volverse insoportable.

Ha comenzado a imaginarla desnuda, apoyando su senos sobre el escritorio, mientras muestra a Jose Antonio sus maravillosas nalgas. En sus labios se asoma una prisa… tal vez la de engullir cada cacho de piel del muchacho. Su mirada insiste en invitarlo a recorrerla con los ojos, a mirar esa curvatura que se arquea frente a ellos. Toño no puede más con tanta excitación.

De pronto, se ve forzando a salir del trance. Paty, quien continúa con la charla, le ha tocado el brazo accidentalmente y el muchacho ha sentido esa fatídica lluvia que se desborda sin control en la entrepierna. Se siente abochornado pero no puede moverse.

Prácticamente en ese instante, el Lic. Sanchez Solá ha salido de su oficina. Paty se pone de pié y regresa a su escritorio. Para el licenciado esta reacción ha pasado inadvertida. Su foco de atención está centrado en el muchacho.

-Toño, nos urge enviar el alcance al oficio de ayer con los formatos de prellenado para el Programa Operativo Anual del año próxmo. Tienes 10 minutos para hacerlo-. -Sí licenciado- responde aun confundido José Antonio.

Paty, apenada, ofrece ayuda a Toño. Éste le dice que él redactará el alcance y que ella le ayude con las impresiones y el envío. Es la forma más rápida que se le ha ocurrido para evitar ser descubierto en esta humedad bochornosa y parece haber funcionado.

Veinte minutos después, el alcance y los paquetes anexos parten rumbo la oficina del Dr. Ignacio Trelles, Secretario de Acciones Redundantes, que ha solicitado los formatos para su revisión. Por la tarde han llegado a su oficina y decide revisarlos rápidamente. Comienza por la hoja que explica el envío:

En alcance al oficio DGAI031945-76, donde se indica la importancia que ,para la oficina que usted dignamente representa, tiene el llenado en tiempo y forma de los diferentes componentes presupuestales que nutrirán las estrategias de gasto para el ejercicio fiscal correspondiente al siguiente año, me permito enviarle a usted la propuesta de formato de prellenado para el Programa Operativo Anual.

De contar con su visto bueno, puede usted distribuirlos a la brevedad, a través de quien usted designe para tal encargo, toda vez que le he enviado también las copias correspondientes para cada Unidad Administrativa. Envió 15 tantos debidamente sellados y lubricados.

Sin otro particular por el momento, aprovecho para enviarle un cordial saludo.

Lic. José Luis Sanchez Solá

El Dr. Treyes revisó tres veces el final del segundo párrafo. Soltó una carcajada estruendosa después de la tercera. -¡Pinche Chelis, en qué estará pensando!- sentenció.

 

Un poema y un sueño

23 viernes Abr 2010

Posted by Edgar Valdés in Anécdotas, Literatura

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En el entresueño, alcancé a percibir que había escrito un poema. Lo había leído con calma, sopesando los adjetivos y la longitud de las líneas. Alguna frase no era del todo feliz. La corregí. El cuaderno tenía hojas blancas, impolutas. No recuerdo si usé un lápiz o un bolígrafo. Me entreví contento, con un buen poema después de tanto tiempo.

Al despertar por completo, horas más tarde, traté de recuperar de mi memoria el poema escrito en el sueño. No pude recordar.

Conversaciones Alquímicas I

19 lunes Abr 2010

Posted by Edgar Sandoval Gutiérrez in Anécdotas, Literatura, reflexiones

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dios, Errante, Nihilista, religion

El día transcurre en calma en la oficina. De no ser por un par de tacones que denuncian un andar femenino estresado, la rutina se mantendría asquerosamente impenetrada. Un tipo observa la pantalla de su computadora, mientras distribuye palabras en un archivo de texto. De pronto, un brillo color naranja en la parte inferior de la pantalla desvía su mirada. Posiciona el cursor sobre el cuadro de diálogo para leer el mensaje entrante:

Nihilista: ¡Hola, amigo!

Errante: ¡Amigo, qué gusto leerte!

Nihilista: hace rato leí la respuesta de una amiga tuya al texto sobre dios que publiqué y lo acabo de contestar.

Errante: Espera, quiero revisarlo…

Nihilista: Sí, claro.

(Transcurren dos minutos. La red se nota algo tensa, angustiada. Finalmente, el parpadeo anaranjado aparece de regreso).

Errante: Acabo de leer ambos comentarios. Tengo bastantes objeciones a lo que comenta. Vi que no quisiste extenderte en tu respuesta, pero a mí sí me inspira responderle más cosas.

Nihilista: (risas) Pues mucha suerte.

Errante: (risas) Seré breve, porque no soy un docto en cuestiones bíblicas, pero espero generar un poco más de discusión.

Nihilista: No hace falta ser experto, la biblia no aguanta el menor rigor histórico; digo, no más que un cuento de los hermanos Grimm o una novela histórica.

Errante: Por ahí quiero dirigir mi respuesta, pero también por el lado de que la postura reduccionista de mi amiga demuestra tu punto: el dogmático religioso cree que su dios lo abarca todo… tú te referías en abstracto a la categoría religiosa, pero no dijiste que se trataba de alguna religión en particular y ella asumió que la única religión existente es la cristiano-católica.

Nihilista: Correcto, aunque me gusta esa idea tan rara de los creyentes de que su libro lo explica todo. Basta con decirles algo provocador como «dios y la biblia no tienen nada que ver con (digamos) el fracaso de la selección mexicana” y entonces te sueltan algo que es generalmente muy interesante; digo, desde la perspectiva clínica.

Ambos: (risas)

Nihilista: Lo interesante de esto es que el tema de fondo no es dios, sino la postura epistemológica: dios es un objeto de conocimiento

Errante: Totalmente de acuerdo. En muchos sentidos, como señalan algunos epistemólogos, podríamos decir que dios es EL OBJETO de conocimiento. Al menos los orígenes de la búsqueda de la verdad en los que dice basarse la ciencia tienen orígenes epistemológicos en la idea de encontrar o acercarse a dios.

Nihilista: Claro, el absoluto, la eternidad, todos los temas totalizadores de una forma u otra remiten a dios, pero igual sucede con el poder y otros temas que ponen al hombre y su libertad en estudio.

Errante: ¡Totalmente de acuerdo! En el fondo es una cuestión que va más allá de dios: creo que tiene que ver con lo que, según he leído, los filósofos llaman la poiesis, o sea, la relación del hombre con la naturaleza, con todo lo que le es externo. Y una de las vías epistemológicas para enfrentar esa relación poiética del hombre (esa relación tuística o de la otredad, dicen algunos) es a través de dios.

Nihilista: ¡Suena como enfermedad del siglo XIX!

Ambos: (risas interminables por varios minutos, luego de los cuales la conversación vuelve a su ritmo habitual).

Nihilista: ¿No notas que en la idea de dios, hay cierta sensación de soledad y temor, ese afán por encontrar sentido?

Errante: ¡Totalmente! Me parece que encontrar sentido está referido siempre hacia afuera y dios es un mecanismo poderoso porque ofrece innumerables respuestas.

Nihilista: ¿No deberíamos asumir esa responsabilidad? ¿Aceptar que estamos solos? digo, no es una filosofía fácil, pero creo que el mundo necesita más nihilistas…al menos algunos para echar montón. Lo malo es que se confunde el nihilismo con la apatía y yo creo que se puede ser nihilista y aún así llevar una vida de entrega.

Errante: Creo que esta dimensión de percepción física que llamamos vida sería más agradable si aceptáramos el hecho de la soledad de buena gana y efectivamente, se le piensa al nihilismo como una postura relativista, «tibia de corazón”.

Nihilista: Es como lo que comenta tu amiga en mi texto, de que «a los tibios dios no se qué les hace”… ¡Pero si eso somos! Somos grises y eso es poético.

Errante: ¡Claro! El gris es un color poderosísimo.

Nihilista: Representa la fuerza de la ambigüedad.

Errante: Por ese lado me encanta ser de la generación posmoderna… nuestros padres convivieron entre el rojo y el azul y no tenían para donde hacerse. Nosotros tenemos toda la escala de grises para movernos, con el añadido de que entre cada tonalidad de gris y la siguiente hay un número infinito de semejanzas y diferencias ¿No es maravilloso entonces que seamos grises?

Nihilista: ¡Claro! Pero la gente quiere blanco y negro, quiere, como siempre, certezas.

Errante: ¡Ese es el punto! Les asustan los tibios de corazón porque ellos son los más inciertos.

Nihilista: Así es.

Errante: Amigo, tengo que irme, pero espero esta tarde sigamos conversando, con un café de por medio.

Nihilista: Por supuesto que sí, amigo, nada me dará más gusto.

El naranja de la pantalla ha quedado exiliado de ambos lados. Un off como apellido les invade ahora. Nihilista y Errante, cada cual tras su pantalla piensan, mastican las ideas que acaban de ser dichas. Esperan las palabras venideras….

No lo bastante inteligente

14 miércoles Abr 2010

Posted by Edgar Valdés in Anécdotas

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matemáticas, monty hall, probabilística

Viendo una película anodina (21, Robert Luketic), recordé el planteamiento de un problema de probabilística conocido como el problema de Monty Hall. Lo leí por vez primera en el excelente Coding Horror, y su explicación y solución aparece perfectamente detallado en la Wikipedia.

El planteamiento es el siguiente:

Supongamos que al concursante de un programa de juegos se le da la opción de tres puertas: detrás de una puerta hay un coche, detrás de las otras, cabras. Después de que un concursante elige una puerta, el anfitrión, que sabe lo que hay detrás de todas las puertas, abre una de las puertas no elegidas, lo que revela una cabra. A continuación, pregunta al concursante, «¿Quieres cambiar de puerta?»

Llegado este punto, el concursante tiene 33.3% de probabilidades de ganar el auto si se queda con la elección original, y un 66.6% de probabilidades de ganar si cambia de puerta. Sin embargo, la mayoría de las personas consideran, equivocadamente, que sus probabilidades son de 50% si mantienen su elección y de 50% si cambian de puerta. A fin de cuentas, razonan, el premio solo puede estar en una de dos puertas, por lo tanto, ambas tienen igual probabilidad de ser la correcta. Entonces, y por una razón meramente sicológica, casi todos optan por mantener su elección original.

La explicación del interesante problema, y de las reacciones que causa en las personas que niegan la solución correcta, aún con demostraciones, está detallada en los links que di al inicio del artículo.

Lo que quiero contar, al final, es lo siguiente: Hay una sensación extraña, difícil de explicar, cuando se es lo bastante inteligente para saber que allí hay un problema matemático, que el problema es complejo o sutil, y que la solución es nada intuitiva pero correcta; se es lo bastante inteligente para percatarse de todo lo anterior (el problema, su planteamiento, su solución y en cierto sentido su belleza) pero no lo bastante inteligente para resolverlo sin ayuda. Quizá esa sensación sea perplejidad, pero no es una palabra exacta.

Pendientes atanoreanos

20 miércoles Ene 2010

Posted by Edgar Valdés in Anécdotas

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atanor, libros, Literatura, pendientes

1. Serie «Sobre la Amistad«, relativa a las opiniones sobre este tema vertidas por pensadores clásicos. Sólo he publicado breves artículos con las opiniones de Aristóteles y Cicerón.

2. Algunos artículos sobre el Código de Derecho Canónico. Es sorprendente la legislación que regula el actual mundo católico, comparándola con el quehacer y pensar de sus integrantes.

3. La lista de lecturas desafiantes, dedicada a aquellos libros que por alguna razón, propia del libro o propia del lector, me han resultado complicados.

4. La continuación del relato de John y Cash, el dueto que se quedó en un simple esbozo.

5. La segunda parte (de muchas, muchísimas) sobre mi permanente relectura de La Guerra y la Paz.

6. La ampliación/actualización de mi lista de pornstars.

7. Renovar mis recomendaciones de ilustradores y fotógrafos, acompañados de un pequeño texto cuidadosamente seleccionado.

8. A un año de estar en WordPress, mis artículos favoritos del blog, propios y ajenos. Existe otro proyecto al respecto, pero de ello ya tendrán noticias más adelante.

9. Siete días, siete autores. Versión renovada para cada inicio de mes. La idea es reseñar cuentos, ensayos o relatos breves.

10. Serie Miércoles de Cómic. La tengo muy abandonada. Hace rato me espera una relectura y reseña por entregas de Watchmen. Imagino un artículo por cada uno de los 12 tomos del cómic.

11. Las aportaciones para The Fantasies Project . No sé si deba convocar a terceros a realizar aportaciones voluntarias. No siempre tengo el tiempo de entrar al Photoshop para actividades lúdicas.

12. Iniciar formalmente la serie de El Burócrata Ilustrado, al cual pertenece este artículo.

13. La revisión de la Anábasis, que prometí hace tanto.

14. Y finalmente, una idea que me viene rondando hace meses pero que siempre termino postergando: una reseña de mis blogs favoritos.

La broma cósmica según Herman Melville

18 lunes Ene 2010

Posted by Edgar Valdés in Anécdotas, Literatura

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broma cósmica, herman melville, moby dick

Existe un pequeño libro de Milan Kundera que se titula La Broma. Lo leí hace ya varios años, y más allá de algunas imágenes sueltas no tengo un recuerdo preciso de su contenido.

Me vino a la memoria cuando, al leer el capítulo XLIX de Moby Dick, dí con este corto párrafo en que Ismael, protagonista de la obra, da en describirnos su idea de la broma cósmica.

Hay ciertas extrañas ocasiones y coyunturas en este raro asunto entremezclado que llamamos vida, en que uno toma el entero universo por una enorme broma pesada, aunque no llega a discernirle su gracia sino vagamente, y tiene algo más que sospechas de que la broma no es a expensas sino de él mismo. Con todo, no hay nada que desanime, y nada parece valer la pena de discutirse.

No faltos de buen humor, soportamos la broma, no obstante que no alcanzamos a comprender de qué va todo el asunto:

Uno se traga todos los acontecimientos, todos los credos y convicciones, todos los objetos duros, visibles e invisibles, por nudosos que sean, igual que un avestruz de potente digestión engulle las balas y los pedernales de escopeta. En cuanto a las pequeñas dificultades y preocupaciones, perspectivas de desastre súbito, pérdida de vida o de algún miembro, todas estas cosas, y la muerte misma, sólo le parecen a uno golpes bromistas y de buen carácter, y joviales puñetazos en el costado propinados por el viejo bromista invisible e inexplicable.

Podemos apreciar que para Melville, o al menos para su personaje, la broma no es necesariamente real, sino más bien una percepción muy particular que nos llega en un  preciso momento, que el propio autor da en describir como sigue:

Esta extraña especie de humor caprichoso de que hablo, le sobreviene a uno solamente en algún momento de tribulación extrema; le llega en el mismísimo centro de su seriedad, de modo que lo que un poco antes podía haber parecido una cosa de más peso, ahora no parece más que parte de una broma general.

De cierta forma, la comprensión de la broma me parece una suerte de defensa sicológica, una válvula que tenemos los seres humanos cuando, después de haber elevado nuestra interpretación del mundo a niveles de tensión extrema, nos percatamos de que todo aquello que nos acongoja no es sino un producto de nuestra propia percepción.

El buen Yehuda

29 jueves Oct 2009

Posted by Edgar Sandoval Gutiérrez in Anécdotas, Literatura

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tiempo, Yehuda Amijai

Una obviedad que raya en el lugar común: el tiempo es implacable… como también diría un gran músico zaragozano que pronto se presentará en la Ciudad de México, el tiempo no cura nada, el tiempo no es un doctor. Sin embargo, al tiempo también le gusta dejar estelas de belleza tras su paso. Es así de contradictorio.

Hace 10 años yo lidiaba con los relieves de la existencia: escribía por las noches, pretendiendo hacer poesía, transitaba por la mitad de la carrera de Economía, lloraba en la intimidad del baño por el término de una relación amorosa, me reunía religiosamente con los amigos para compartir palabras y cervezas los fines de semana.

Por aquellos entonces, mi querido amigo Alberto Silva tuvo a bien acercarme como nunca antes a la contradicción del tiempo: me presentó la obra del poeta judío Yehuda Amijai. Curiosamente el buen Yehuda moriría justo al año siguiente dejando, como el tiempo, retazos de belleza en mi memoria.

Segú consta en Wikipedia, la obra del judío es «lúdica y concentra un rango amplio de emociones, su distintivo es la risa, la burla y cierta tristeza subyacente». Particularmente su manejo de la burla lo hace el más realista entre los optimistas y el más esperanzado entre los pesimistas.

Alberto me contaba que Amijai había vivido los horrores de la guerra y lo reflejaba en versos desgarradores y desoladores, pero que el transcurrir de su vida lo fue acercando a los temas del amor y la reconciliación. Particularmente pienso que su obra es un constante transitar entre ambas posturas.

Así lo deja ver cuando escribe en Poemas de paz y guerra:

Una vez explotó una bomba

Junto a una carnicería:

la carne degollada

fue degollada otra vez

pero ya no había dolor,

no había casi sangre

Transita por el camino de la reconciliación, a regañadientes, en Cada uno en su vida necesita un jardín abandonado:

También los hombres de guerra señalan blancos

para una dura herida con palabras tiernas,

pezón, hueco, paso, impacto.

Pero regresa a la esperanza y dice en otro texto:

La luna corta las nubes en dos-

Ven, salgamos al amor de en medio.

Sólo nos amaremos ante los campamentos.

Tal vez sea posible todavía cambiarlo todo.

Los dos juntos y cada uno sólo.

Tal cantidad de contrastes lo animan a ocupar el papel que, por lo que deja ver en sus versos, le resulta favorito: el eterno expectador. En Para el mundo dice:

Para las acciones

soy siempre Caín:

vagabundo y errante antes de las acciones que no haré,

o después de la acción

que no se debe repetir.

En Me siento junto a la ventana:

Quiero continuar

sentado entre dos sillas sobre la buena tierra,

quiero vivir entre mi apellido y mi nombre

quiero vivir entre mi apellido y mi nombre

y no ser de ninguno de ellos.

y en Qué he aprendido de las guerras:

Pero sobre todo he aprendido el arte del camuflaje,

no destacar, que no me reconozcan,

que no distingan entre mi y lo que me rodea

ni siquiera entre mi y mi amor,

que crean que soy un matorral o una oveja,

que soy un árbol, la sombra de un árbol

que soy una duda, la sombra de una duda,

que soy un tabique vivo, una piedra muerta,

una casa, la esquina de una casa.

Con tal cantidad de ideas interesantes, Yehuda inundó mi estilo de escritura (sin que con ello desaparecieran todos mis vicios y defectos al escribir). Ya muerto, el poeta judío vociferaba constantemente cosas en mi oído, mientras me reponía de una nueva derrota en el combate amoroso. Entre trozos de viento decía:

Somos felices juntos.

Estaremos muertos.

Nuestra edición

está agotada.

Se harán nuevos modelos.

Comimos y nos saciamos

ahora el mundo es hoja y viento.

Como él soplamos

y no volvemos.

La tierra nos visita con frecuencia,

somos felices juntos.

Estaremos muertos.

Y yo le contestaba:

Éramos felices,

juntos,

aunque no nos incluyeran

en las profecías.

Cuando tus manos

encontraban mi piel

lográbamos conducir

la expansión del universo.

Con el amasiato

de nuestras palabras

construíamos átomos.

La influencia de Yehuda en mi forma de pensar y de escribir se ha mantenido durante estos años, implacable… pero también ha dejado el trozo más bello:

Dios está lleno de Piedad,

si lleno no estuviera Dios todo de piedad

habría piedad en el mundo y no sólo en Él.

Yo, que junté flores en la montaña

y reparé en todos los valles,

yo, que traje de las colinas cadáveres,

sé contar que el mundo está vacío de piedad.

Yo, que fui rey de la sal junto al mar,

que estuve parado indeciso junto a mi ventana,

que conté los pasos de los ángeles,

que mi corazón levantó pesas de dolor

en las terribles competencias.

Yo, que sólo uso una pequeña parte

de las palabras que hay en el diccionario.

Yo, que debo descifrar enigmas a pesar mio

sé que si lleno no estuviera Dios todo de piedad

habría piedad en el mundo

y no sólo en Él.

Lista de lecturas

19 sábado Sep 2009

Posted by Edgar Valdés in Anécdotas, Literatura

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libros

Cuando paso por las librerías las filas incandescentes de lomos luminosos, pastas duras y anaqueles altísimos, no puedo sino imaginar las increíbles maravillas y tesoros que esconden tantos volúmenes inaccesibles de momento.

¿Poemas soprendentes, novelas definitivas, ensayos lúcidos e indispensables? Imposible saberlo. Best sellers de actualidad intercalados con obras maestras de hace 150 años. Catálogos de hágalo usted mismo y manuales de autoayuda, a la par de poemarios infernales y novelas breves que siglos atrás fueron quemados en hoguera pública.

Paseamos entre los estantes, admirando portadas o títulos inesperados. El último de Eco, el más bello de Murakami, la edición que creíamos extinguida hacía mucho tiempo. ¿Cómo elegir?

El tiempo se extiende delante nuestro y es infinito, pero no nos pertenece. Alguna de estas obras será la última que podamos leer, el último placer o decepción. ¿Nos inclinaremos por los clásicos absolutos antes de que sea demasiado tarde? ¿Qué se sentirá la muerte cercana sabiendo que no abordamos jamás En busca del tiempo perdido? O quizá nos decidamos por las grandes obras contemporáneas, tal vez La catedral del Mar sea la gran novela de nuestro tiempo, quizá Stieg Larsson defina nuestra época. ¡Y nosotros dejaremos este mundo sin conocerlas! No, imposible.

Pero el tiempo sigue su marcha y nos preocupamos demasiado, quizás.

Dr. Google and a bunch of Mr. Hides

05 miércoles Ago 2009

Posted by Edgar Sandoval Gutiérrez in Anécdotas, Internet

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alter ego, Internet

Es una idea repetida hasta el cansancio, pero no menos cierta por desgaste: internet se ha vuelto parte fundamental de nuestras vidas. La red nos mantiene conectados «en tiempo real» con los sucesos del mundo, nos permite reencontrar amigos de la infancia o establecer contacto con personas de países que jamás conoceremos y nos acerca lo mismo a la charlatanería que al conocimiento de punta.

Hay una cierta sensación de Gran Fraternidad desde el momento en que esa pantalla de no más de dos milímetros cuadrados al lado derecho de nuestro monitor se enciende indicándonos que estamos conectados. Podemos conocer virtualmente a casi cualquier persona y pertenecer a las comunidades más diversas para luego cambiarlas por otra nacionalidad cyberespacial. Es casi una utopía Lenonniana: «imagine all the people living for the web».

No obstante, como en toda familia, el individuo necesita reconocerse, encontrar las coordenadas universales que le den un sentido de pertenencia en el sistema. Requiere encontrar su cyberlugar. El otro día decidí, luego de pensarlo por algun tiempo, encontrar el mío, tecleando mi nombre para reconocerme en la red, pero también para descubrir cosas sobre mis otros yo. Estos fueron los resultados:

Google me enfrentó, de entrada, con un hecho que ya sospechaba, pero que no esperaba confirmar tan rápido: en este y por lo visto en todos los universos paralelos existentes perdura mi vocación burocrática. La primera referencia de mi búsqueda me llevó a un alter-ego llamado Edgar José Sandoval Gutiérrez que acaba de ser designado Director Administrativo Regional del estado de Barinas en la muy Bolivariana República de Venezuela.

La segunda y tercera referencias me llevaron a este blog y al post que aparentemente es el más leído de los que he escrito: La muerte de Mafalda. Había encontrado una primera coordenada sobre mi nacionalidad: mi querido Atanor.

Después de la alegría nacerá la tormenta: mi siguiente alter ego vive en Morelia, es un postadolescente con cara de zombie, peinado semi afro y además aparece en la página de Sociales. Sin comentarios.

No conforme con ello, en algunas dimensiones paralelas suelo tener conductas suicidas: en Tepic me he desposado el pasado 3 de noviembre con la señorita Georgina Gutiérrez Mata. Ni siquiera me ha quedado ánimo para averiguar si la chica era de buenas familias (lo cual hubiera resultado más desastrozo aun). Y esa ha sido sólo la primera página.

Los resultados que aparecen después resultan bastante interesantes: parte de un comité organizador de un Seminario sobre Hermeneutica por parte de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, comentarista en un blog sobre coctelería, escritor de un intento bizarro de novela llamado «Con olor a pasto», columnista de un diario deportivo en Chiapas, beneficiario de un programa de apoyo a PyME’s, policía en la delegación Tlahuac del Distrito Federal, perito químico en Tepic, acusado de robo calificado en Morelia, segundo lugar en una competencia de natación en Guadalajara.

Miembro de la Academia Mexicana de Lógica; nombre que aparece, sin causa conocida, en un expediente del Tribunal Constitucional de Bolivia; trabajador mal pagado de la presidencia municipal de Zempoala, Hidalgo (¡Y dale con la vocación burocrática!); habitante de la región de Tolima en Colombia (y a la par miembro de Sónico); graduado de la primaria John Marshall en Anaheim, California.

Director general de una Estancia para el Bienestar y Desarrollo Infantil en Celaya, Guanajuato; escritor de un ensayo sobre los límites de la Comunicación…¡Uff, con razón siempre llego tan cansado por las noches a casa!

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