Cada vez que tengo que cambiar de casa (y lo he hecho reiteradamente) lo único que realmente me molesta es tener que empacar y desempacar mi colección de libros. Puestos pacíficamente en el lugar que les he asignado, son inofensivos y hasta pasan desapercibidos, pero una vez que pasan al embalaje, me pregunto qué demonios hace allí una edición del tomo 12 de American Law and Procedure de 1923.
Claro que una versión antigua de un libro jurídico extranjero no es precisamente una sorpresa entre los libros de un abogado, así que para todos aquellos que no tienen nada mejor que hacer, aquí les va mi pequeña lista de rarezas, algunas muy recomendables y otras que pueden quedarse entre los objetos olvidables de una venta de garage:
1. En busca de los mayas. Los primeros arqueólogos.- Un buen amigo decidió que mi conocimiento del antiguo mundo mesoamericano era bastante perfectible, así que tuvo a bien obsequiarme una edición de esta obra de Robert L. Brunhouse, con bonitas fotografías en grises vibrantes. Supongo que imágenes a color de la zona maya nos hubieran conducido a ensoñaciones cachondas o algo no estrictamente académico, así que mejor no.
Algunas partes son rescatables:
No se puede negar que los arqueólogos aficionados se entregaban a la especulación, a veces sorprendentemente extraña… Es de sobra sabido que en la fase inicial de cualquier campo del conocimiento hay grandes áreas en las que no se han establecido los hechos, y la gente que busca una explicación se apresura a llenar ese vacío con especulación.
2. Código de Derecho Canónico.- Versión bilingüe y comentada. Edición de la Biblioteca de Autores Cristianos, 1951. Un libro que no tiene punto malo. Un excelente amigo encontró esta joya pepenando en una librería de viejo, y pronto llegó a mis manos, de donde difícilmente saldrá. No es la edición actual del Código -Karol Wojtyla publicó la versión más reciente en 1983- pero es una delicia para un abogado y lector curioso como yo. Pienso escribir algunos artículos sobre este tema; por lo pronto un extracto:
Canon 1325. § 2. Si alguien después de haber recibido el bautismo, conservando el nombre de cristiano, niega pertinazmente alguna de las verdades que han de ser creídas con fe divina y católica, o la pone en duda, es hereje; si abandona por completo la fe cristiana, es apóstata; finalmente, si rehúsa someterse al Sumo Pontífice o se niega a comunicar con los miembros de la Iglesia que le están sometidos, es cismático.
3. Diccionario Español – Alemán.- Deutsh – Spanisch.- Sólo le recuerdo al que me vendió este ejemplar, que no debió llevar a cabo una transacción mercantil con una persona que evidentemente no sabía lo que hacía. Porque este es el libro más inútil de toda mi colección. Creo que lo más cerca que he estado de Alemania es la última ocasión que fui con mis amigos a Matamoros, Tamaulipas, allá en la Playa Bagdad; pero juro que lo único que se veía era el Golfo de México. Ningún alemán a la vista. Y además el mundial de Alemania lo vi en español; no, nada de esto tiene sentido.
Be’trunken a borracho, a.
Zer’streut a (Mensch) distraido, a
Untätig a ocioso a
(Grijalbo, 1986)
4. Las siete víctimas de un pájaro.- Otra joya. Algún ingenuo me prestó este libro hace un par de años y todavía lo conservo, aunque en este caso sí pienso devolverlo. Nueve cuentos policiacos chinos escritos entre los siglos XIV y XV, editado por el Fondo de Cultura Económica. Los dejo con los maestros:
La identificación errónea del cadáver.
Ahora bien, las manos de las mujeres son débiles, y por más que apretó repetidas veces, no conseguía estrangularlo. De pronto, comenzó a gemir. La señora Gao se azoró y, no encontrando nada a mano, mandó a la señora Zhu que fuera a buscar el hacha de cortar leña que estaba delante del fuego, la agarró y de un golpe le partió el cráneo. El joven murió derramando el contenido. La señora Gao se puso a discutir con la señora Zhu.
No sólo son asesinatos crueles, también se ponen cachondos:
La sortija.
La joven le hace una seña con la mano en alto, diciendo en un bisbiseo:
-¡No hagas ruido!
El joven, exultando de alegría, le toma su mano blanca, rodea el lecho, abre una puerta lateral y la hace entrar en un lugar al abrigo de miradas indiscretas, provisto de una linda mesita laqueada y de un lecho de junco. Se quitan uno y otro sus cinturones y se enlazan como fénix enamorados. Despojados de sus ropas, se sienten como dragones sedientos a la vista del agua.
5. Cabildos de la Nueva España en 1808.- Me encantan los libros con nombres tan específicos. Cosas como: Historia de la minería en la Nueva España, durante los primeros dos meses del inicio de las reformas borbónicas en los reales mineros de Zacatecas -por la tarde. (El nombre es ficticio, claro. ¿Nadie se lo creyó… verdad?). Esta edición de la Secretaría de Educación Pública nos permite conocer el trabajo de Guadalupe Nava Oteo, sobre su investigación documental de los municipios novohispanos. Un ensayo de 53 páginas, aunque lo interesante es más bien el conjunto de documentos que se transcriben al final, fieles a los originales respectivos:
¿Qué fue lo primero que hicieron nuestras autoridades virreinales cuando se enteraron que el rey estaba preso, y por lo tanto acéfala la corona? Lo mismo que haríamos ahora: pedir copia por duplicado para debida constancia, con los respectivos sellos y etcéteras, juzguen ustedes:
Debo suplicar a vuestra excelencia tenga a bien remitirme copia del acuerdo de esa real audiencia y avisarme a su tiempo de las resoluciones de la junta que se iba a celebrar… para lo cual es en mi concepto el medio más seguro la constancia de la unanimidad de opiniones autorizadas.
Muchas ciudades manifestaron por escrito su lealtad a la monarquía en los tiempos de la ocupación francesa a España: Monterrey, Campeche, Zacatecas, Veracruz, y muchos más de los cuales queda constancia. Todavía estoy buscando el documento de mi amada ciudad de Saltillo, pero no lo encuentro. Algún malintencionado debe haberla destruido para culparnos luego de antipatriotas, pero afortunadamente la Metrópoli perdió estos territorios y acaso sea mejor que el dicho documento no se encuentre jamás.
¡Viva Fernando VII!