CARMEN JONES TAMBIÉN ESTUVO EN ESTE ANDÉN
Existió de igual forma mi femme fatale particular. Aquella con la que siempre pudo pasar algo y no pasó casi nada. La que se convierte en fantasma y se va cargando junto con el equipaje. La que en ocasiones se conjura en el divan y en ocasiones ni siquiera se le puede mencionar porque todo se desborda. Nuestra relación era tan compleja como el texto que sigue:
Un hecho irrefutable
entre nosotros:
somos el Fernando Pessoa
del romance:
a veces podemos convertirnos en cada
persona sobre la faz del mundo
y a veces, ni siquiera nos alcanza para
ser una sola.
Como toda no-relación compleja que termina (antes de comenzar), ésta me enfrentó ante la desesperación de tenerla en todos lados sin tenerla.
UTOPÍA
Tengo ganas de
morder tu voz
hasta que no quede
una sílaba con
otra.
Tal vez así
desaparezcas de mis
noches.
Puede ser que
si te descubres
sin habla
no te queden ganas
de recordar mi
nombre.
Con suerte
te lograré expulsar
de mis oídos…
Lástima, se me olvidaba
que tu voz
la llevo adherida
en la piel.
Poco después, llegó la resignación, más forzada que por convicción. Era momento de cuestionarse sobre todo lo sucedido y aceptar la imposibilidad de cualquier cosa que sonara a su nombre.
JAMÁS SEREMOS UN BEST-SELLER
Nuestra historia falaz:
un juego de amantes sin
cuerpo,
un crucigrama de respuestas
susurradas
que escondíamos tras
los ojos,
una canción que esperaba
nuestras voces
para iniciar
conciertos.
Me faltó tu
sudor,
tus senos tibios
recostados en
mis manos,
mis labios se quedaron
sin la cicatriz
bajo tu boca,
los diálogos de amor
se abstuvieron de nosotros,
abrigamos el desierto
de la no-pertenencia,
naufragamos…
Así, entre hojas tamaño carta
escribimos líneas
transparentes. No somos
suficiente para las editoriales.
Luego de mucho más tiempo, llegó el anhelado funeral: un urgente salvavidas que llega tarde, pero que por fin llega.
COPYRIGHT RESERVED
Esta edición, de un solo ejemplar compartido por un año y medio, o tal vez un poco más, se terminó de imprimir una noche de agosto, cuando ebrio de desvelo y con mi libertad a cuestas recordé tu olor por última vez… juntos compartimos calles de la ciudad de arena, fuimos tarde que se resiste al crepúsculo, fuimos nausea e infierno, aprendimos a respirar juntos y también, como todos, a distorsionar la verdad… todas sus páginas se tiraron hacia ambos lados del camino, bajo el auspicio de nuestra mutua ausencia.
THANATOS LE CEDE EL ASIENTO A EROS EN LA RUTA 3 DEL MICROBUS.
Además de aquellos tiempos de dolor y nostalgia hubo tiempos de exploración y placer. Siempre quise escribir textos eróticos y aquella mujer de cosas simples, de la que ya hablé en el post anterior, provocó mi primer intento en estos territorios.
Me conoces bien,
entre farolas
y el silencio
de mi vieja calle
me aventuro
en tu cuerpo
de arena…
Abrazo el
sortilegio
de tus labios
húmedos,
me conduces
por el suave
espacio,
a puñados mastico
tu desierto:
quedan restos
de tu piel
entre mis dedos.
Soy viajero
que se sacia
en tu sudor
y recluta ejércitos
de sal,
mis dedos siguen
conquistando pliegues,
bebo la distancia
que me separa
del territorio marrón
de tus pezones.
Contraatacas
con el hervor
de tu respiración
y nos perdemos en los siglos
que juegan a ser
una bocanada
de tiempo.
Juntos alienamos
los sonidos
que caminan
esta noche,
tu mirada
es epílogo…
ya te vas
y aun no sabes
quien soy.
Hubo otra mujer que llegó a mi vida a regalarme, además de grandes recuerdos, cartuchos de tinta suficientes como para narrar batallas de piel. El más querido de ellos aun lo conservo en mi carpeta.
REINVENTANDO A BABEL
Nadar en la
tregua…
estaremos exhaustos
de emular tantas
voces:
en tu rostro a media luz
se dibujaba la tradición oral
de tus batallas,
en tu piel de barro
encontré los pergaminos
ocultos de la edad
de la abstinencia.
Prohibimos cada centímetro
de distancia
hasta despojarnos del cuerpo
y volvernos humo que se impregan en todos lados.
Destruimos uno a uno
los dialectos y
después…
tu sonrisa cachonda,
tus pechos deteniéndose a recoger
silencio,
los muslos suspendidos en una bocanada,
tu boca sureña salivando
en el intervalo bautismal…
me gusta deletrearte en todos los idiomas
con las yemas de los dedos.
Falta sólamente hablar de uno de mis más grandes amores, lo cual haré en la siguiente entrega.
Nunca había leído poemas tuyos, solo prosa, me parece. Y esos versos libres están deliciosos, fascinantes. Deberías compartirlos más seguido para el gusto de tus colegas bloggers 🙂
Qué interesante es encontrar cosas escritas en el pasado y releerlas. Yo precisamente hice eso durante la semana (otra conexión entre nosotros), abrí un par de baúles viejos y encontré los escritos de mi adolescencia. Invocar demonios, así lo llamé. Viejos demonios que ahora no se quieren ir. Escribiré sobre ello.
Un abrazo.
jajajaja me halagan en verdad tus palabras, amiga, pero la verdad dudé muchísimo en publicar estos textos rebozantes de imprefección. Al final, ganaron mis ganas por compartir un trozo de pasado. Creo, por otro lado, que los demonios jamás se van… lo importante es que se queden para contarnos viejas historias,no para determinar nuestros siguientes pasos.